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Acervo de Poetas Chiapanecos: Melqui Pérez

Melqui_Perez

Nuez sobre un fondo vacío

COMO LA NUEZ que cae y se golpea
luego nace un árbol,
este árbol muere y deja caer más nueces
y crecen más y más árboles, así es la vida.
Apenas si acariciamos con el alma
el dulce fruto del tiempo,
casi nunca encontramos la sombra
porque cada hombro lleva una roca puesta.
Creemos que avanzamos,
permanecemos sobre un tiempo que no se detiene,
la rueda ajena gira y gira.
¿Qué nos salva?
Con el filo de las palabras abrimos el camino
o nos desgajamos curiosos de saber qué somos,
la respuesta es al mismo tiempo el misterio.
No somos los primeros ni los últimos,
nos somos únicos ni verdaderos.
Otra muerte se esconde detrás de nuestra muerte,
otro vacío está ocupando el vacío.

La vida es un morir constante.

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Nostalgia de mar

NADA SÉ del mar,
el aire triste que llena las palmeras,
del agua junta,
la tripulación perdida,
el pez muerto.

No sé de sol
ni aromas,
ni suave ocaso.
Mujer de arena
(ojos de agua dulce)
el mar está en tus manos,
olas turbulentas son tus labios.

Tu cuerpo guía la perdida tripulación,
y sé de sal y sol y luna,
de aires de cocos tiernos
y las últimas brisas del ocaso.

Camino, pero mis huellas son ligeras,
tengo miedo de convertirme en aire,
el aire triste que llena las palmeras.

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Mil cien vueltas al silencio

EL SILENCIO ES UN TESORO milenario, unicornio,
una fruta de voces cubierta de costras insípidas,
la estratósfera simpática camina de puntitas,
unos ojos de fuego y de llanto profundos.

El silencio es una cavidad grafiteada por arcoíris,
el ruido alargado del cangrejo al último obstáculo,
araña inquieta girando en el plato de los siglos,
lágrimas de luna testiga de amores imposibles.

Oh, si yo fuera esa voz de la última palabra de la noche
confundido con el eco que expele el hocico de un perro sediento,
y las estrellas un manojo de rostros maquillados, sin ojos,
y el cielo disecado con cal, olvido y estómagos vacíos.

El silencio es un libro de arenas movedizas,
letras que no recuerdan nombres, que se muerden los labios,
un rayo que ilumina la tierra desde las uñas,
mil cien vueltas al mundo de uno mismo.

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Un gato en la oscuridad

ME GUSTARÍA COMPARTIRTE un poco de los ruidos
de pequeñas cosas que se mueven,
la música del goteo de agua en el lavabo,
un tajo de esta soledad amarilla,
una taza de café
y la mitad de este vacío.

Estas horas oscuras también te pertenecen,
el calor inquieto de mis brazos,
y las dimensiones de mi cama;
te haré un escondite bajo las sábanas.

La mitad de esta distancia es tuya,
una porción de este aire agónico,
la superficie de las palmas de las manos,
el universo de estas letras que te invocan,
los espacios oscuros que van durmiendo las cosas,
el cincuenta por ciento más uno de mis fantasmas.

O toma lo que quieras,
porque esta noche es demasiada para mí.

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Caricias del tiempo

EL TIEMPO envejece todo,
el dinero, un libro,
un canto en algún rincón,
fotos olvidadas,
cosas del pasado que inventamos,
un sueño premeditado
el mañana incierto y frío,
el desayuno, la gente,
los radios a todo volumen,
los árboles callados,
un libro apagado,
una mirada desabrida,
una mujer papel,
un ajedrez incompleto.

La vida no es tan simple,
llena de puertas secretas,
de corazones abandonados
recorriendo las calles,
de poetas con bocas en las manos,
animales que sufren,
gatos sentimentales
y tecolotes amargados.

El tiempo es un constante girar,
un viento que envejece,
una cosa que oxida
y oscurece y mata.

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Cuatro a.m.

CASI AL AMANECER la niña mira diferente:
los estragos de la última copa,
el campo lloviznado de luz,
el mundo visto desde la casa de una mujer extraña;
amanecer en la calle con pájaros dando brinquitos,
el cuerpo explorando sensaciones,
la cantina empujando al último cliente.
Amanecer de un trago, un sobresalto,
con el machete fuera de la vaina para cuando venga el diablo,
mirar al perro que escarba nuestra tumba en el jardín trasero,
despertar a las cuatro am para ver fantasmas barriendo las banquetas,
abrir los ojos y detener el agua en el cuerpo,
corretear el día antes de envejecer frente al espejo.

Vivir es apedrear la muerte y correr, correr.
Morir es seguir corriendo hasta el destiempo.


(Unión Juárez, Chiapas, 1985). Ingeniero Agroindustrial por la Universidad Autónoma Chapingo. Escribió para las revistas de la Universidad: Salamandra y Tzapinco. Colaboró en la antología “Jaime Sabines: 83 aniversario, 83 poetas” editado por Coneculta, Chiapas. Ha publicado su primer libro de poemas “Deseamor y otras muertes” en formato digital bajo el sello de la Editorial Ave Azul. El único libro que he publicado está en formato digital bajo el sello de Ave Azul Ediciones y disponible en epub y pdf en el siguiente enlace: http://aveazul.com.mx/bio/biomelquiperez.html

Revista literaria online cuyo principal objetivo es la promoción y difusión de la poesía, la literatura y el arte en general dentro y fuera de México. Síguenos en nuestras redes sociales. ↓

2 Comments

Adrian hermosillo

mayo 19, 2021

«Vivir es apedrear a la muerte y correr…» excelentes obras. Muchas felicidades

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Jorge barrios ortiz

mayo 20, 2021

Que gusto saber que desde las faldas del volcán tacana brota no solo canto, torrentes y follaje, sino también poesía..

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