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Acervo de Poetas Chiapanecos: Roberto Rico

Roberto_Rico

Amuleto descrito en siete noches de agosto

Está por la mitad hendido. Coagula dentro suyo la turbulencia eufónica del río, al tiempo que un rodaje cantarín de guijarros procura varadero en los tímpanos del buzo. Es un goterón de ámbar.
Evoca la monodia del trapiche; su brega vespertina (relojería sazonada en oro, matraca de jamelgo), feneciente a la par del plenilunio que en el río se hidrata, bagazo tras bagazo, nuevamente.
Ojo del huracán, exige sólo, para conjurar su espléndido barullo, esa pestaña que acitrona el llanto: crin de palmera, balsa de salitre.
Trigueña redondez, ahí purga el estío su adicción a la luz nonata y fósil, anudada al empeine de los pinos. Contra el relámpago que escupen las tinieblas en agosto –anguila errátil–, el talismán opone su propia combustión, odorífera entraña inerme.
Rodándolo en mi piel, ¿qué flor centrífuga aparece, late, revoca su trayecto, reaparece, aplana y aguijona el pulso de mi mano que lo empuña y desabriga?
Es un goterón de ámbar. Es abierta castañuela al momento en que pasa una luciérnaga; cerrada cuando se avecina la racha generatriz y bulliciosa del granizo —entresueño tubular y rupestre del agua, cornucopia de rocío.
Mitades apareándose en la flama que las acoda en soliloquio fénix. Panela deshaciéndose en la boca y en la saliva resonando a grava. Es un goterón de ámbar. Poco antes de quedarme completamente solo entre mi sangre, fosforece un latido que se eterniza y sin embargo es uno. Como si el intervalo que media entre el relámpago y su trueno se alargara, paréntesis perpetuo. Es un latido sin percusión, lo sostiene la incorpórea burbuja que no alcanzan mis párpados abiertos: la luz petrificada, agua lustral leyéndome los labios, es un goterón de ámbar.

Canicular

Ninguna cosa es inútil puesto que
sirve para explicar el paraíso.

Paul Claudel

Libre de muerte
la inconmovible piel de dos tapires
atolondrados bajo las paredes de una cañada infértil,
como si hubiéraseles enquistado entre vértebras
una quietud anómala, un tendón
de imanes en amago irresoluto.

Trompas arqueadas a manera
de jofaina circundan la franquicia silvestre del silencio.
Los embates de luz en ida y vuelta
construyen bajo ceibas una ermita.
Heraldos perdidizos en compleja balística,
una vocinglería de cotorras ondea encima nuestro.
Cada marañón madura su caída,
guindado sólo de la cumbre de su aroma.
Encajonan los tábanos el aire,
vuelven calambre todo lo que tocan.

Acampamos aquí,
en la sumaria epifanía de la tundra.
Nos ablanda el oído la sonaja expansiva de la fiebre;
comulgante pandero es el follaje.
Bebemos de las cantimploras un mar de calhidra,
tribales efemérides del fuego.

Sin que intervenga voluntad o acoso,
del barranco destrenza la pareja inmutable
su atónita postura. Salen uno después del otro los tapires.

Llueve.

El deseo restaura su inocencia
—begonia sedienta
que nos ata en pirámide las manos.

Bossa nova fallido entre otras razones por echarse en falta el fonema NH

Mi ditirambo brasileño es ditirambo que aprobaría tu marido
Rubén Darío

Turbamulta cubriéndose
la cabeza con diarios: cuervos blancos
entre la lluvia negra.
“Vi llover, vi gente correr”: más fácil.
Sólo que no es la tarde
donde tú y yo claudican,
ambos otros y mismos
el ingrediente trunco de la noche.

Agua desestimándose hidroponía
salpimentan vibráfono y membrana.

Mal no recuerdo el guiso,
pues harinándola te supo a samba,
a confusión que desenjaula tigres,
tal imperita en dulce
fermentación de la saudade.

A salobre, labial trasunto,
silente caldo sobre el pavimento,
con recetario el postre se isoglosa:
fruto aurisecular, perolmo, azúcar
mascabado, abejar acento
inherente al ayer, al bossa
nova, angorina liebre que refrío
mucho antes de cazarla.

¿Ves ya cómo no es fácil, Clodia,
reforestar sobre cemento?

Eucaliptografías

Crece en la noche el cielo,
Eucalipto encendido.
Estrellas generosas:
No me aplastan, me llaman.

Octavio Paz

*
Eucalipto, sus frutos. Ecos
y huellas:
………………………………………….Huecos,
crípticas estrellas.

**
Frutos del eucalipto: estrellas
dendritas a la sombra
de un árbol esparcidas,
como al pie de la página asteriscos.

***

Por sinalefa conventual de un dédalo
sensible, recolecto frutos
del eucalipto. En ellos vida
recobra, xilográfico
fulgor, interna sombra,
difunta luz de las estrellas.

****

Repercute a tal grado en el agrado
del oído frotarlos. Frutos,
astros: en cruza recrudecen
frondosa actinomancia
del firmamento. Es un Merlín
el enconado bosque.


(Cintalapa de Figueroa, Chiapas, 1960). Estudió lengua y literatura hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es autor de los siguientes volúmenes de poesía: Varia optometría (dentro del volumen colectivo Jaculatorias y señales), Reloj de malvarena, Nutrimento de Lázaro, La escenográfica virtud del sepia, Parlamas (título que reúne las obras anteriormente mencionadas), De aquellos meses que no llevan ere y Ars vitraria. En 2015 apareció una selección de su obra poética intitulada Jasón es un acrónimo. En 2018 publicó un breve conjunto de poemas intitulado Radio frenesí y otras sintonías. Varios textos suyos han sido recogidos en diversas antologías y publicaciones periódicas de circulación nacional, así como en el volumen Pulir huesos. Veintitrés poetas latinoamericanos, editado en Barcelona, España por Galaxia Gutenberg.

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1 comentario

Rsquel Cervantes

marzo 7, 2021

Me gusta la poesía,esta que acabo de leer me remite al diccionario.Se sale de todo lo que he leido,que es lo tradicional.Felicito al autor,pues ha de ser un gran esfuerzo pensar y darle sentido a todos esos conceptos que expresa.

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