Cantar del ángel con remos en la espalda, impreso por Puertabierta Editores (Colima, México, 2019) y que mereciera en el 2014 el premio de los LVI Juegos Florales Nacionales de Ciudad del Carmen es, según lo aclara su autor en la nota de la página ocho, un libro que antecede a Braille para sordos, publicado en 2013 y que obtuviera en 2012 el premio único en el Certamen Internacional de Literatura ”Sor Juana Inés de la Cruz”. Dicho de esta manera, quizás parezca un tanto embrollado, pero no deja de ser importante pues nos va a situar en la particularidad de la escritura de su autor, en la sucesión de sus libros y en la variedad de registros de que es capaz. O sea, de cómo puede pasar de la escritura de un poema lírico intenso, con figuras literarias muy elaboradas, a otro de naturaleza épico narrativa, mayoritariamente con recursos del habla cotidiana.
Quien haya leído Braille para sordos y Cantar del ángel con remos en la espalda, sabrá que son libros muy diferentes, pero escritos en un lapso de tiempo relativamente corto. A mí me sorprende cómo puede Balam Rodrigo pasar de la escritura de uno a otro con tanta facilidad. Él sabrá muy bien su secreto, pero no sería mala idea hablar con él al respecto, no para ir tras la búsqueda de una fórmula sino para asomarnos provechosamente a los entresijos de una sensibilidad creadora.
Además, es también importante aclarar que los libros de Balam Rodrigo han ido surgiendo gracias a las publicaciones de los premios que se les han otorgado. En parte porque su autor encontró en la participación del sistema mexicano de certámenes y premios una oportunidad digna para la subsistencia, y en parte porque esto lo ha favorecido para las exigencias de una disciplina permanente, poco usual en los creadores de nuestro medio que tienden a dejar la escritura para los momentos de arrebato lírico, y éstos, como bien sabemos, no son el pan nuestro de cada día. Quiero decir que el autor que hoy nos ocupa es capaz de sentarse a escribir un libro en un tiempo determinado, si no con un plan detallado, sí con la visión y el impulso emotivo, sostenidos durante semanas y meses incluso. Me pregunto: ¿de qué otra manera, a su edad, se puede tener la cantidad de libros escritos, premiados y publicados?
Es obvio que la inspiración, digo, el impulso vital en la escritura de Balam Rodrigo, se da y sostiene gracias a su disciplina de trabajo y al dominio de los recursos literarios. Él no es de los que se queda esperando la gracia del cielo. Escribir bien requiere del conocimiento de lo que se va a decir, del conocimiento de la tradición de la que uno surge y de las otras que lo confrontan y enriquecen. Escribir bien requiere de un atreverse a pensar por sí mismo y de valor para decir aquello que se ha hecho luz en nuestro yo profundo, así contravenga “lo políticamente correcto”. Escribir bien —hay que decirlo— es un compromiso con la vida que no todos los escritores asumen.
Sí, con la vida y la palabra, y de esto Balam Rodrigo da muestra incuestionable, tal y como lo apreciamos en la admirable factura de lo que ha escrito hasta hoy. Un escritor como él no se da todos los días. Muy pronto ha rebasado el potencial de su generación y se ha situado en un nivel representativo de los creadores de literatura en América Latina y España. Para mí es un privilegio el compartir su obra y su amistad. Digo, comentar una e intensificar la otra.
Cantar del ángel con remos en la espalda es un libro que dialoga con lecturas gratas a su autor, para empezar con el poema culto El cantar de los cantares de Salomón, con el que crea un paralelismo. Si bien uno es de índole pastoril y el otro de índole marina, las alusiones se pueden apreciar y disfrutar sin que uno tenga que ir con lupa de erudito a buscarlas.
Es, por supuesto, un libro de celebración amorosa, con veta erótica e intensidad lírica. Algunas de sus figuras literarias —por lo feliz de su factura— sin duda van a quedar imborrables en la memoria del lector. Veamos algunas:
“Calza el amor la huella de tus pasos…”
“Pero nada como tu risa: flor de relámpago en la arena…”
“…hueles a paraíso, a luz recién nacida.”
“Halla la sangre su mansedumbre en nuestros labios…”
Otras acaso requieran de una mínima reflexión para que su totalidad se nos ofrezca:
”hoy me has muerto de ti” (verso enigmático, que se presta a variada interpretación).
O ésta: “Más allá de tu sombra el pelaje de aguas muertas…”, imagen de sugestiva transparencia. Sombra: proyección nuestra inmaterial; frontera entre lo que somos y no somos. En cuanto a “pelaje de aguas muertas”, figura que mezcla lo animal con lo mineral en su potencial destructivo. Con su sombra, la amada roza la muerte sin que le afecte, tal una diosa, porque esta alta distinción le ha sido conferida a la amada por el poeta.
Obviamente, Balam Rodrigo ha bebido en Pablo Neruda, en Derek Walcott, en Amado Nervo y en otros muchos poetas que celebran el mar, el amor, la vida, porque, para empezar, su autor nació y se creó próximo al mar, y como uno tenga la dicha de conocerlo sabrá que es, también, un hombre de amor, de firmeza de sentimientos y de derroche de vida. Pero, sin duda, es un lector que exprime muy bien sus lecturas. De esa clase de lecturas que enriquecen al escritor, que le ofrecen mundo, y no de esa otra clase de lecturas a las que el escritor se esclaviza, tras un modelo formal inoperante para la necesidad de su impulso y para la intención de su canto.
Concluyendo estas palabras, diré que Cantar del ángel con remos en la espalda es un poema-libro riquísimo en imágenes, en lenguaje que se refracta en los diamantes del sentimiento de su autor; luz que busca por la sal de nuestra sangre el acceso al ser que solamente el encuentro con la amada o el amado nos ofrece. Poema místico amoroso, poema de comunión consagrado por la palabra.
…Y habrá que leerlo.
Texto leído el 19 de julio de 2019 en la presentación editorial de Cantar del ángel con remos en la espalda en la Feria Internacional del Libro de Guatemala, Guatemala, Centroamérica.
Enrique Noriega (Ciudad de Guatemala, Guatemala, 1949). Poeta, editor, antologador, tallerista y periodista cultural. Realizó estudios de literatura en la Universidad de San Carlos de Guatemala y en la Universidad Autónoma de México, sin concluir carrera. Dirige Ediciones del Cadejo desde 1980. Asimismo, desde dicha fecha ha dirigido talleres de creación literaria. Director de la Editorial de la Tipografía Nacional en el período 2008-2011, en donde estructuró una propuesta de canon de la literatura guatemalteca. Actualmente tiene a su cargo la Unidad de Fomento del Libro y la Lectura en el Ministerio de Cultura y Deportes. Ha asistido a buena cantidad de festivales de poesía y de cultura en América Latina y España. Premio único de Poesía Luis Cardoza y Aragón en dos ocasiones: 2007 y 2012; del Certamen Permanente 15 de Septiembre del Ministerio de Cultura y Deportes en 1979 y 1982; Primer lugar de poesía del I Concurso Centroamericano y República Dominicana “Rubén Darío”, convocado por el Parlamento Centroamericano (Parlacen) en 2013. Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” 2010, otorgado a una trayectoria. Poesía: Oh banalidad (1975), Post actus (1982), La pasión según Judas (1990), Libreta del centauro (1994), El cuerpo que se cansa (1998), La saga de N (2006), Épica del ocio (2007), Lo que la memoria viste y calza (2013), Guastatoya (2015). Antologías: Miguel Ángel Asturias, antología poética (2004), La manzana de la discordia, poesía de la generación del 30 (2010), Antología de la poesía guatemalteca del siglo XX (2015), El quetzal, colibrí gigante —antología de la poesía guatemalteca desde los mayas al presente— (2018) y Gestos a través del micrófono. Antología personal (2019).