(1987). Autor de los libros de poesía Dos versiones del libro que no escribí (Abismos, 2017), Ni las flores del mal ni las flores del bien (Premio de Poesía Carlos Eduardo Turón; Secum, 2015), Monomanía del autómata (FETA, 2014), Alguien ha salido a buscarme (Diablura, 2012) y Versos, moscas y poetas (Premio Michoacán Ópera Prima; Secum, 2009). También es autor de Cuaderno de ensayo (Premio de Ensayo María Zambrano; Secum, 2017) y de las novelas Ciudad en blanco (Secum, 2019) y Rompecabezas (FOEM, 2015). En 2019 obtuvo una mención honorífica en el Premio Nacional de Ensayo Joven José Luis Martínez, en 2017 fue ganador de los Juegos Florales Nacionales de Lagos de Moreno y de la Condecoración al Mérito Juvenil de Morelia. En 2015 obtuvo el Premio Regional de Literatura para Niñas y Niños del Instituto de Cultura de Guanajuato. Poemas y ensayos suyos aparecen en una decena de antologías y publicaciones.
POEMAS
Asunto: colaboración para su importante revista cultural
Me piden que envíe una selección de poemas que me represente
una semblanza y una fotografía de frente, en blanco y negro
siento decirle, apreciado pero no por eso ingenuo,
gestor de la poesía y de la mentira
que nada de lo que he escrito me representa
que mi semblanza es más falsa que los poemas que anexo
que nada de lo que presumo me lo gané yo mismo
soy un plagiario o lo que es lo mismo: literato
en la foto sólo puede verse a un imbécil
que, como cualquiera, quiere aparentar cierto interés por el mundo
pero por dentro se está cagando sobre Dios
y sobre todos sus buenos hijos.
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La literatura no salva a nadie
cuando perdí mi empleo la literatura no me salvó
nada pude pagar nunca con literatura
ni la renta ni la despensa
ni uno sola de las hojas que he leído
pudo salvar a mi padre de la enfermedad o la vejez
ningún poema ni ningún verso
le devolverá el ritmo al corazón analfabeta de mi padre
ni el consuelo de la biblia ni el nihilismo de Arthur
me libraron de la hipoteca y la bancarrota
no me dieron más casa los libros que estas calles
silenciosas y fétidas
pero más luminosas que un volumen de Verlaine
no soy si no un culto vagabundo
un hombre que carga además de culpas
kilos de palabras sobre su espalda
odio la literatura porque todavía……..ahora
desnudo y apretando puñados de tierra entre mis dedos
escribo estos versos
y lo único seguro frente a mí es una biblioteca de silencio
la literatura no me salvó
como no salvó a Melville de morir en el fracaso
o a Ahab de la ballena blanca
como no libró a Job del sufrimiento
nada, salvo la literatura
pudo evitar el suicidio de Pavese y no lo hizo
porque sin su muerte Cesare sería solo un poeta más
sin las pelotas para meterse un tiro
la literatura no salva a nadie de nada
es hacha sobre el suelo helado
un huracán luego de la tormenta
el semen del cadáver en el cementerio
el oscuro secreto de la luz
nadie va a salvarme de las palabras
porque quien podría salvarme de la poesía
me dio este cuerpo
y le prendió fuego antes de abandonarlo
hoy yo intento a apagar el incendio
con papeles que parecen decirme algo
y lo que dicen es:
Si aprendes a arder aprende a apagarte
y si te apagas ya aprenderás de nuevo a arder
la poesía no salva a nadie de nada
odio la poesía
porque odio a los poetas
y yo soy uno de ellos
el mejor de todos
el más odiado de todos
el insalvable
quien mira al tiempo colarse por los huesos
las cuentas por pagar
la factura de la luz eléctrica
el riñón agonizante de su padre
la demencia senil de su madre
el cáncer que, de espaldas, recorre el calendario
quien bebe una cerveza y toma un libro
sólo para lanzarlo contra el muro de su biblioteca
sin resultados
sin rasguños
porque las palabras
a pesar de lo que dicen los imbéciles de buena cuna
no duelen tanto como los golpes
y si te duelen es que no te han golpeado lo suficientemente fuerte
somos un cuerpo
al igual que los libros
ardemos
y fin del tema
no vine aquí a discutir sino a prenderme fuego.
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EN TODO CASO ES MÁS RECOMENDABLE SALIR A LA CALLE. Abandonar el libro. Sacarlas del bolsillo y dejarlas en la mesa, a las palabras. Tirarse en sí mismo. Ir al otro, a las otras vidas, al universo de las soledades y los automóviles, al rompecabezas de escaparates y vitrinas de reflejos y camisas a rayas y bolsos vacíos: cuerpos para llenar. ¿De qué?
En todo caso es mejor dejar el poema, abrir las ventanas: lanzarse al agua inflando los cachetes. Aguantar la respiración, hundir los pulmones, apretar los puños y paf.
En todo caso es más sincero irse a caminar sin ganas, con las manos en los bolsillos y los ojos colgando de un hilo invisible que nos sostiene en el mundo. Es, siempre, más recomendable no escribir libros, andar a cuestas con nuestras páginas en blanco. Y no hablar con las palabras que sólo han servido para no entendernos.
Salir, encontrar rostros, ríos escondidos en sus cauces. Figurar en los crucigramas de los otros, en su cotidiana forma de no ver a los otros, de no mirar más que su reflejo sucio en el parabrisas del automóvil. Y nada: esperar la lluvia de aquí adentro, esperar el olor a tierra, a cosas vivas, sí, a cosas vivas.
Siempre es mejor no hacer la novela; encontrar la novela. No sé, por ejemplo, en medio de una calle atestada de viandantes que buscan cruzar el caudal de la avenida, en Saint-Germain-Des-Prés –ahí, echada en el piso como un suicida- y agacharse a recogerla mientras los del café nos miran pero como si nadie mirara nada. Hasta que … plash, un auto se nos viene encima y de pronto todos nos descubren sobre un montón de mierda y con el pecho lleno de aire roto.
―En ese caso… ¿No sería bueno avisar a su familia?
―No tiene familia, es un escritor.
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NO CREAMOS LA LENGUA. La lengua nos inventa, nos lame; nos acicala como una gata a sus cachorros.
[Toda multitártica, malabárica, peripoyética y onomística. Yo marhondo, refulgo para tus quisjulumbreras: fragas, entre mis alunistas tus hojilaspiras para blupiar tus áhualas en mis jlufos como si prosólica. Nosocomial, peripoyética, inismútica, berjúmame, malabárame, ineventame en tus jlufos y famélame hasta que io parábala en tus jlufos y en tus blabas y bla bla parábala parábala, toda la clic y clak y pi pi pi… una nocte multitártica y jonda como blupa que plash del hojilaspiro blusado para vos y para mimismo, brrrrr y blébame, abejúrrame. Bang bang: los plájurros que se despluruman en el celus que son son y chán chán]
Usar el lenguaje no como comunicación sino como presentimiento.
El poema no toca la poesía
…………………………………………………: la imagina.
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la academia los ha embaucado a todos
ella, la chica bonita que consigue los mejores empleos
el artilugio que usan para embobar los abrebocas
¡ah, la academia!, la del pelo ensalivado
la manicurista de los intelectuales de medio tiempo
la estilista de los estetas posmodernos
quién no quisiera especializarse en sus múltiples escondrijos
quién no quisiera enredarse entre sus laberínticos conceptos
¡oh, la academia! hija de los manoseos entre Narciso y Apolo
¡uh, la academia! prima hermana de la burocracia
¡argg, la academia! madre incómoda de los contraculturales
¡iug, la academia! ¡oink, la academia!
¡bu, la academia! ¡crack, la academia!
bruta, ciega, sordomuda, traste, torpe, testaruda
uff, la academia los ha embaucado a todos…
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Nada nuevo: el posmodernismo es una prehistoria redescubierta. Llevamos miles de años reconstruyendo ruinas, puliendo piedras, yendo al wáter y hablando una lengua incomprensible.
Era necesario decirlo, que los antropólogos supieran que su trabajo es una estafa y que los filósofos se enteren de la razón de su estreñimiento por las mañanas. La poesía, afortunadamente, ni se inmuta por esto:
Siempre ha sido irrelevante y seguirá tirando nuestros edificios y escondiéndonos el papel higiénico hasta que aprendamos a hablar como hombres y no como rocas pulidas que esperan resucitar de los escombros del silencio.
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Soneto posmo
¡Ah!, el poema posmo es reciclable,
para ejercitar sirve la muñeca
del bardo que hierve agua y hace mueca
tras saborear su Nissin como un noble.
¡Ah!, para qué intentar que el verso hable,
si es mejor retorcer su boca chueca
vestirlo de chiste de biblioteca,
donde lo esgrimiremos como a un sable.
Vosotros, mileniales noventeros,
ramplones de la generación zapping,
mirad crecer sus sopas maruchanes
tal cual enredadera en los libreros.
Yo buscaré el poema happy ending,
tras la estantería de mis calzones.