Aldo Vicencio (Ciudad de México, 1991). Poeta y ensayista, estudió la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fundador del colectivo poético Naufragio, y colaborador de Liberoamérica. Es autor del poemario Piel quemada: vicisitudes de lo sensible (Casa Editorial Abismos, 2017) y el videolibro Anatolle. Danza fractal (El Ojo Ediciones, 2018).
Su obra ha sido publicada en diversas revistas literarias iberoamericanas como Punto en Línea, de la UNAM y Círculo de Poesía, en México; Digo.Palabra.txt, de Venezuela; Revista Antagónica, de Costa Rica; Enfermaria 6, en Portugal; Oculta Lity penúltiMa, de España; entre muchas otras. Ha sido incluido en las antologías Nueva poesía y narrativa hispanoamericana (Lord Byron Ediciones, 2016) y Nido de poesía (LibrObjeto Editorial, 2018).
POEMAS
Ningún lugar
mar quietud en cabello de luna,
sobremesa, afiladas las manos
en mi espíritu dormido de reverberaciones
a la trasnoche la caña que baila en trío de bocas
alianza,
unión
atropello de dedos hojeando poros
que parecen filtros de luz
afilados alambres para el jardín crepitar,
arrastrando ásperos vericuetos frescos y lluviosos,
las antesalas de ofiuco arremangando la carne
que viste el Sol en la ladera
y él, mejor dicho, yo, ardor tiempo,
ruedo en la jarra milimétrica de la multiplicación coral del aullido carne,
atajando clavos negros desde la muerte del ángel
como visión, como vicio,
alabando las disposición de la sensibilidad
de una dicción dilatada
esferas en armonía,
en viento flor la vara que se arisca y gime:
la corriente del Aqueronte se desborda
siento-ser-Pasífae, mugiendo
en el centro del cielo
en el cráter del hielo
en el cuerpo inerte de mi laberinto
palmas doradas por el fuego azul
descarga hoguera
derrumbe hacia arriba
se ha entregado la bestia roja a la estría de diamante;
yo la he cogido,
con mi rostro dislocado de sí,
mordiendo eco de labios en un edificio sin ruido
si miro fuera no duermo,
ansío la verdad humana
si miro adentro grito,
la angustia es almohada
que ahoga la lengua llave de una tina interminable
– una tina que sospecho, está rota-
llanura de rojo en los techos
chacal de siete ojos, mirando
una saeta a la piel fiera,
a la piel bestia,
a la piel silvestre
quiero amarrar mis ojos a ese valle de asonancias,
quiero rosarlas hasta que mi habla sea
c ó p u l a
y
c a z a
fondo luz chispa,
oído dilatado bajo la ropa
dibujo pájaros sin las manos,
galopando en el viento secreto
el capricho y la pulsión de la alteridad,
lo otro que me nombra, y me desnombra: el espacio
espacio cierto en tanto el húmedo tumbar
la mirada perdida de una casa común
se abrevia y salta buscando la gloria en giro,
el tormento pecho,
y cuando finalmente hay tres varas ensartadas en la conciencia,
se esfuma la aspereza de la entrada lejía
empeño sobre empeño,
cuesta de ímpetu y hojas
en el empuje de cinco rumbos convexos
amasijo dulce en alma disuelta,
revuelta en el torno de brazos fríos,
glaciar que respira y se va, así la cauda de mi espalda,
la cola de estertores sombreados que me estira multiplicado
oscila mi vista cenit de retruécano cósmico,
carta impaciente de llamas siempre negras
que arma casas en el esqueleto de lo heterogéneo
ningún hogar en el mundo es mi hogar.
Suspirio
Cómo. Por qué
Qué. Por cómo,
a través: el temblor cutáneo
hilar vidrio,
señal que perfora párpados
silbatillo,
presión suspirante,
el ahogado en franjas velocistas
silencio martirio,
ignición,
león a centauro,
un “presiento perversidad”
alumbramiento,
andanzas de torbellinos
entre mariposas,
la propiedad de la lid pasada y futura
construcción,
hombre vid en santuario,
y en él, mujer relámpago,
alumbrando el éxtasis de lo vivo
viviente, vívido, vivaz
solícita guerra,
augurio en el espejo del viento
tremolar el calor
a media boca
mugido de metal,
cardiótono a macroluz,
explosión de poros
el andar del sudor muerto:
dedos de hielo
abanico valle,
bocas contingentes:
los erizos de yesca
en la espalda del alma
quiote de sangre blanca en las palmas
contracción húmeda del abismo,
celebración del ungüento mortuorio
g r i t a, sótano celeste
animafiesta
la cumbre icaria,
el signo en desolación
así la inercia de un llano vaporoso,
el criadero de pulsiones
todo un
enunciado
para la gravedad final
la presencia de un arbusto rojo
no significa anormalidad,
sino sentido
contrariedad al gusto,
espesor ardiente
astrolabio
en plano secuencia
de tacto seminal
>la rueca de miembros mundanos
así la ceguera
remueve las
habitaciones del vértigo
} concesión interdicta,
carne del aire
el primer ojo
atisbo de realidad muerta
en sí, la ducha de dos animalidades
hasta el aliento del mediodía,
el cubil revuelto en el encino
mapa de estelas
conocidas por las manos
un siempre encarnarse pulsión,
hasta la guillotina de lo nombrado
Carlos Mario López Morales
marzo 5, 2019Me agradó el segundo poema, la secuencia, las escalas como se van absorbiendo una dentro de la otra. Felicitaciones. Increíble ritmo. Atte. CMLM