Columnas, Necrológicas literarias,

Tengo cosas tuyas

Habitacion

1 Tengo una pistola 9 mm guardada debajo de mi cama: me la diste afuera del metro insurgentes porque te el gustaba peligro, te gustaba creer que estar vivo no era solamente transitar por el mundo sino retarlo, provocar e incomodar porque ahí hallabas el sentido de tanta desolación. Me diste esa pistola el día que me dijiste que ya sabías cuándo te ibas a matar. Voy a hacer un viaje a África –dijiste– solo para recrear ese verso de Girondo: Llorar a lágrima viva, cruzar El África llorando…y luego me voy a dar un tiro. Vaya que tú y yo hablamos de eso muchas veces. Supimos desde muy pronto que era una cosa nuestra, que querer matarnos nos unía un poquito más y que no haríamos preguntas pendejas llegado el momento. Pero tengo cosas que reclamarte: eres un bato presumido que no soporta no ser el centro de atención y estoy seguro que por eso te moriste antes que yo. Desde que me diagnosticaron este cáncer que me acaba de a poco, te vi las intenciones de no dejarte humillar, y sé que apuraste las cosas nomás para ganarme. Porque qué casualidad que cuando aceptaste la carpeta donde tengo los archivos de mis libros inéditos me llevaste a ese lugar de encuentros que te gustaba y bebiendo una cerveza en calzones hablaste durante más de una hora, dándome razones para no matarme todavía. Y esa fue la primera vez que te vi llorar a moco tendido.

2 Tengo un guion de cine que escribiste y me diste a leer y corregir cuando yo trabaja en Netflix, con la agenda oculta de que lo llevará a la mesa de algún productor, y lo filmaran y tuviéramos dinero suficiente para ir a Malasia a casarnos con menores de edad. Y me parece oír tu voz imitando pésima mente un acento español diciendo: “pa’ las cosas malas las dos juntas, pero para las buenas tu sola, maricón”. Pero lo cierto es que a ti se tenía siempre, en la buenas y en las malas. Y no digo que fueras un pan, Hacías enemigos con una facilidad inusitada, pero también amigos con una profundidad que se ve poco. Y bajo esa pinta de pulga norteña (no hay chaparro que no sea cabrón, ni alto que no sea pendejo, decías que decía tu mamá para forjar la confianza que te caracterizaba) irónico, ácido, se escondía un tiernísimo niño que se asombraba todavía con cualquier cosa. ¿Te acuerdas cuando me llamaste llorando para leerme a Piedad Bonet?, o cuando fuimos a seguir a Sabina al café Brasil para decirle que era pésimo como poeta. Tenías un humor muy raro, inaguantable a veces. Y aún así te busco todavía en el chat con Odette, cuando he escrito algo que nadie puede leer, cuando un muchacho me giña el ojo en el último vagón del metro. Te extraño ahora mismo que no estás para decirme que no entremos a tu homenaje y nos vayas por ahí… porque en todos los encuentros y festivales escapabas sin dar explicaciones. Quizá, compadre, esa era tu verdadera vocación: escapar. Y no le voy hacer al psicoanálisis aventurando porqués o cuándo empezaste, pero: escapabas de modas y del cajón, de los estereotipos (machín para ser gay, muy gay para ser machín), y terminaste por escapar de tu propia idea de muerte, escapaste de mi vida muy pronto. Cómo chingados voy a terminar esa novela a 4 manos, si solo tengo 2. Cómo voy a ir yo solo a Barcelona a buscar a Almodóvar para que dirija nuestra historia, lo dicho: pa’ las cosas malas las dos juntas, pero para las buenas tú sola, ¡maricón!

3 Tengo una chamarra de los Tigres, me la robé de tu closet cuando vacié tu departamento. La guardé en mi mochila mientras lloraba a mares y mandaba mensajes a Sugey, a Luis Armenta, a Gándara y a Patricio. La tomé para regalársela a Lorenzo porque a él le gusta el futbol como a ti, y porque supuse que te hubiera gustado dársela tú. Tío Luis te dijo un par de veces, antes de que me dijeras qué estaba muy guapo y que tú podías pasar por el a la escuela, y bromeaste con que además de compadres iba yo a ser tu suegro, o a lo mejor no bromeabas. Pero le mirabas más que con morbo, con ternura; le traías cosas de tus viajes y me hablabas de él cuando pensaba en claudicar mi pelea contra la enfermedad. Nos mentías impunemente diciendo que eras un descreído del amor, extrañabas a Felipe cada día y a cada hora, hablabas de Pato con la preocupación de un padre, de tu sobrina con el orgullo de un patriarca. Así que no vengas con las payasadas que no quieres homenajes, te vamos a seguir haciendo y te vamos a seguir leyendo, que es lo mismo que quererte.

4 Tengo una jauría de sedientos furiosos y homosexuales terribles (no necesariamente son listas distintas) que me heredaste sabiendo que iba a necesitar con quién llorar y con quien cantar “ya parece que estoy cruzando el puente…” cada vez que vamos al tahúr Téllez y yo, ponemos en la rockola las canciones que te gustaban, no reunimos los jueves y abrimos una lata de Victoria de mango y nos seguimos burlando de que bebías esas porquerías, inundó tu whatsapp de mensajes de audio para contarte cosas que veo , cosas que no puedo contarle a nadie más porque me tacharían de pervertido o de políticamente incorrecto. Y aunque tengo una nueva comadre de lágrimas, tu hermana Sugey, te necesito en las altas horas en las que la soledad me desbarata.

5 Tengo un insomnio (hijo de puta) que llega puntual, nunca antes de las 2 de la mañana (la hora en que decías que se es más animal). Viene y me arrebata la paz, me trae versos tuyos a medias, gestos, citas que hiciste en la glorieta de Ámsterdam o, en bata de flores, en tu comedor. Insomnio que me recuerda que estoy huérfano de ti desde hace 3 meses que parecen una eternidad y fue apenas ayer. Que me muerde los ojos con la rabia de esa bala que no cumplió su misión, de ese poema que no podré leer en tu boda (cuando acabe la guerra). De toda la falta que me haces. Porque nomás eres un muerto, y sin embargo a mí me parece que perdí una legión entera de cariños.

(Chicontepec, Veracruz, 1977). Poeta y dramaturgo. Es licenciado en Ciencias de la Cultura por la Universidad del Claustro de Sor Juana y cursó el posgrado en literatura en la Universidad de Arhus, Dinamarca. Estudió teatro en el INBA y es egresado de la Escuela Dinámica de Escritores.

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