Poesía,

Tres poemas de Concha García

Concha García 2

(La Rambla, Córdoba, España, 1956). Es autora de numerosos libros de poemas, ensayos y diarios de viajes. Premio Jaime Gil de Biedma​ por su obra Ayer y calles, y Premio de Poesía Barcarola por Ya nada es rito. Licenciada en Filología hispánica. Fundadora del Aula de Poesía de Barcelona y de la Asociación Mujeres y Letras. Colabora en los suplementos culturales Aladar del Correo de Andalucía y Cuadernos del Sur del Diario de Córdoba.


POEMAS

Presencia

Ha anochecido. Vivo gratificada en varias casas,
lunas opuestas, distintos muebles, la misma dicha
en el recorrido del ojo hasta mi vientre, vivo
en varias latitudes con sillas y sofás, en aceiteras
de distinta transparencia, en enormes encrucijadas
donde reencontrarse es imposible y siempre acecha.
Vivo tomada de la mano, tomada de la colilla,
de la caída de la tarde muy tomada.
Nocturna, pero atravesada. Vivo alta, esquiva
apretando los labios en casa de mi amante

Pormenor, Ediciones Libertarias, Madrid 1992.

Titubear

Después de sentarse sobre el único asiento libre
del autobús. Después de sacar el diario,
de guardar en el bolso el monedero
mira por la ventanilla. O sería mejor
decir que mira a través de la ventana,
o acaso, sería mejor decir que quisiera
que al mirar algo se revelase: una verdad
un acontecimiento, una sensación.
Pero agacha la cabeza. Recuerda la noche anterior,
un sólo asiento vacío en el cine
en primera fila. También miraba hacia la pantalla
buscando algo revelador, una emoción,
un rostro. Inquieta, comprime el diario
y deja los ojos cerrados mientras aprieta
con mucha fuerza los puños

Ayer y calles, Visor, Madrid 1995.

Un brillo del no

He visto romperse cántaros y estaba presente.
Mi cuarto es una playa. Se extiende.
Mi cuarto. Compartí en lugares poco ignotos
la mirada nunca correspondida. Nunca dispuesta.
Mi cuarto no deja de ser un dormitorio
con una cama, en sus garras estuve presente.
Era una geografía limitada por demarcaciones
territoriales. Una parca extensión de terreno
de la que emergía una ciudad con lengua propia
donde pude ver mis dedos
desentendiéndose del sentimiento. Es grave
por ahí comienza todo. Lo vas a tener difícil.
Yo también. Estoy rota.
La belleza es transitoria si no conmueve.
El centro resquebrajado. Las aristas romas.
Me gustaba estar sobre la cama
de mi cuarto, los botines morían.
Yo también, pero era una valentía,
un brillo del no. Me eduqué en la quimera
del sí a todo. El poema es un tragaluz.
Despuntaba el día cuadrilátero.
Nuestras cabezas. Los cántaros

Cuántas llaves, Icaria, Barcelona 1998.

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