Periodista cultural. Coordina el Centro Cultural Colibrí (Mérida, Yucatán) en el área de cine y gestión de eventos culturales. Dirige la revista de arte y cultura yucateca Memorias de nómada. Premio de periodismo Cuauhtemoc Moctezuma 2016 en la categoría de Opinión. Ha publicado y colaborado en medios como La Vieja Guardia, Rockultura Rec, La Jornada Maya, PLOP Radio, Tropo a la uña. En poesía ha publicado enCirculo de Poesía, La Rabia del Axolotl, Efecto Antabús,entre otros.
Oficio de amor
Pasa a veces
no lo niego
que al ser tan poco útil
el cuerpo
se va lamentando poco a poco
y acabando despacísimo
en una sala de espera
pasa también
a todas horas
que hay alguien,
por ejemplo tú,
descuidado, dócil
que abre los brazos
conferido a la niebla
entre las plazas, el sol, el pan,
las albarradas donde alguien escribió tú nombre
y te detienes al recomenzar el día
pidiendo a gritos una labordonde no tengas
digamos
que hacer nada
¿ y por qué no vienes hoy a tejerme en petatillo?
entrégame como una carta a tu madre
tradúceme
quiero ser tu carne recién cortada, cocíname
repárame, vigila la media noche de estas rosas negras
con que te miro exhausta
entiérrame, múltame
sobre el cemento constrúyeme.
Canta en las novenas todos mis secretos
cierra por último las puertas de mi salón de fiestas.
Estúdiame desde tu ciencia
etnográfica, etimológica, pornográfica
mira que soy un imperio sin ley
sin pueblo, gobiérname.
De cualquier forma te escribo en la pared,
domicilio tu nombre – por si acaso- en su única patria
la pereza.
Rastro del cielo
Esperabas que muriera ahogada
en mis propias lagunas
pero me tragué un barranco.
¿Y por qué no me deja la conciencia
que me sienta un poquito mal,
que me ahogue de verdad un rato?
O al menos recordar el sur de tu cuerpo
trópico de hollada arena
esparcida de cara al mar
-hasta donde sabemos no muy grande-
Y digo, tú, puerto solitario,
soy la roca impenetrable de tus olas
mansas, llenas de peces
rastro del cielo que se humilla
ante las conchas
pero tú no ves,
no te das cuenta,
que se me ha ido la vida en los témpanos de tu cuerpo
que hay botellas con tu nombre en cada esquina del océano
y luego meses de sequía
o huracanes cegadores
Estabas esperando a que muriera chiquita
tierna, blanda, a tu nivel,
pero me tragué un barranco.
III
Me avergüenzo
no de ti
de este plagio que soy de ti
de mi conciencia despejada
de mi culpa insondable que llega a ser tormenta.
Soy lo hecho
tu cálculo exacto
la frente tibia de una fiebre que tú sufriste.
Descalza,
por las calles que me habitan,
te descubro
ciega de infancia.
Amanece,
plagado el cielo de rincones
en el insomnio donde te esperé
y no viniste.