“Usted no es de acá”, me dijo la mujer mientras me entregaba los tacos de menudencia, cochito y camarón con huevo, en el quiosco ubicado entre Palacio de Gobierno y el Palacio Federal. Juré ser más tuxtleco que el pozol, criado en el barrio del Niño de Atocha. “Tiene usted cara de chilango, y su playera está chistosa” (chilango + playera chistosa = chilango chistoso). Volví a jurar mi “tuxtlecanía”, y de la playera también, con la leyenda: “Soy feo… pero sé cocinar”.