Estoy varado en la cafetería El Buen Gusto, ubicada a unos metros de la carretera Panamericana, en la intersección vial que tiene el curioso nombre de Las Vegas y donde confluyen los caminos que van hacia Huehuetenango y Quetzaltenango, Guatemala. Hace unos minutos descendí del pequeño bus que me trajo aquí desde La Mesilla, pueblo chapín enclavado en la frontera México-Guatemala. En este lugar, que pertenece territorialmente a Huehuetenango, espero a Elder Guillermino Herrera, encargado de recogerme y llevarme desde esta encrucijada hasta Aguacatán