Le dije a Hugo que el Kagemusha es un disfraz. Y es que, allá por los días de Shakespeare y del Quijote de Cervantes, allá por mil quinientos y tantos, en un lugar de Japón, un señor feudal, Takeda Shinguen acaba de morir. Su pueblo lo amaba y lo respetaba. Decían que en sus años de juventud Takeda había sido “Rápido como el viento, fiero como el fuego, Sereno como el Bosque y Firme como una Montaña…”