En ella estamos, esperando por la muerte, o por la noticia de la muerte de otros. Estamos huérfanos, estamos rotos, estamos en la desesperada de una lista que se acumula de nombres familiares que nos duelen. Tengo una parte de la piel abierta, y por ella han salido imágenes que me llevan a esos días de insospechada felicidad de juventud, cuando el misterio de la vida era una carne asada con los amigos y un cartón de Carta Blanca. En esos días se levantaron pilares de amistad que ningún desastre podrá erosionar dentro de nosotros