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Sonora

Poesía,

Cinco poemas de Alejandrina Mancilla

Alejandrina Mancilla Nuñez (H. Caborca, Sonora, 1999). Estudiante de la Licenciatura en Derecho en la Universidad de Sonora, promotora cultural independiente, directora general de Revista Literaria Perlas del Desierto y autora de poemas. Se ha formado en el quehacer literario asistiendo a diversos talleres de poesía y círculos de lectura, por ejemplo, en la Escuela de Escritores del Instituto Sonorense de Cultura. En 2019 obtuvo un reconocimiento de participación destacada en el I Concurso Internacional de Poesía Rima Jotabé

Poesía,

En medio de esto, poema de Selene Carolina Ramírez García

(Hermosillo, Sonora, 1986). Doctora en Humanidades. Autora de los libros: De cuando ellos se narraron (ISC, 2016) y Love is love o de cómo me ato las cintas (NITRO/PRESS, 2019). Ganadora del concurso Nacional de Narrativa: Gerardo Cornejo y del Concurso del Libro Sonorense, entre otros. Ha sido becaria del FECAS. FONCA y CONACYT. Presidenta del Colegio Sonorense de Académicos de la Lengua y la Literatura.

Poesía,

Cuatro poemas de Julia Melissa Rivas Hernández

(Sonora, México, 1981). Cursó la Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de Sonora. Ganadora del Reconocimiento del Pitic Alonso Vidal 2010 con el poemario Habitaciones (JUS, 2011). Ganadora también de los Juegos Florales 2018 Lagos de Moreno, categoría cuento con el trabajo Imperio. Ha sido becaria por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora, como creadora artística y como investigadora del género del poema en prosa en Latinoamérica.

Narrativa,

Mala educación, cuento de Carlos René Padilla

La lluvia sirvió para que la sangre se diluyera de la cara de Jesús. En el reflejo de la ventana, vio como los hilos granas recorrían su rostro y se fundían con el agua hasta caer sobre la camisa blanca. Tuvo un recuerdo, no era la primera vez que se veía así. Examinó su pecho y el costado izquierdo para ver si estaba herido. Nada. Se limpió el exceso de humedad con el dorso de la mano izquierda, desesperado. Tocó la culata de la pistola, todavía tibia, fajada en la parte delantera del pantalón, para sentirse seguro en caso de ocuparla de nuevo.