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Sobre Set de thriller y otras 99*

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Set de Thriller y otras 99 es una colección de narraciones cuyo común denominador es la brevedad. Héctor Cortés Mandujano, su autor, las llama mini-ficciones, textos gestuales y prosas elementales.

El texto más extenso no supera las tres cuartillas y existen otros cuya brevedad nos recuerda los escritos de Monterroso; por ejemplo, en “Modos de comer pollo” el autor nos cuenta en ocho líneas como puesta frente a la comparación del sabor del pene con el del pollo, una mujer tiene serias dudas sobre el sabor del pollo; en “Danielito académico” en tres líneas nos presenta a un niño, un contexto y su ingeniosa capacidad de reelaborar la etimología de la palabra donairey en minúsculo texto, cuyo provocador nombre es “pornografía”, en una línea de sólo cinco palabras nos narra lo que ustedes seguramente tendrán a bien descubrir por sí mismos.

Advierte el autor que las prosas vertidas en Set de thriller y otras 99 “no siempre buscan la redondez del cuento y ni siquiera, a veces, tienen la intención de disfrazase de algún género”.

Encontramos, entonces, en esta obra, diversos formatos; por ahí un par de cuentos, en otros lugares reflexiones filosóficas y ontológicas; por allá, narraciones anecdóticas y autobiográficas; en otros sitios, relatos históricos y casi al final del libro, como perdido, un poema.

Al ser 100 mini-ficciones tan disímbolas unas de otras, me permito agruparlas en grandes temas, en sitios frecuentados, en escenarios.

Un primer escenario es el sexo, la muerte y el sexo asociado a la muerte. El sexo se nos presenta en una serie de variaciones que pasan por el onanismo, el travestismo, la homosexualidad, la heterosexualidad, el incesto y la pederastia.

Otro escenario son las relaciones de pareja y las relaciones humanas en general: la pasión, la monotonía, la separación, la infidelidad y la muerte.

El escenario de los rituales de conquista entre los que destaca “En el gimnasio”, una narración que nos cuenta las miradas, los coqueteos y las habilidades que pone en práctica quien seduce y quien es seducido, teniendo como personajes a dos hombres y a una mujer y un final inesperado o “Sensibilidad femenina”, que nos muestra a un hombre que, cual pájaro que exhibe con amplia ostentación el color de sus plumas, prepara el sitio de la conquista, con perfume y pétalos por doquier y recibe de la boca de la mujer deseada un: “—Qué cochinero. Ni porque voy a llegar, barres, carajo”.

La ruralidad en escenarios tan contrastados como el del niño que mientras sueña con el cielo y el cometa, desea que nada lo aparte de la felicidad de ir acostado sobre esa superficie que lo arrulla, que lo mece, en “La carreta”, y el del adulto que recuerda la descripción grotesca del asesinato de un hombre, la viudez de una mujer y la orfandad de sus hijos; todo ello revuelto en balazos, gritos, sangre y llanto, que hubo de presenciar de niño, en “Rojas”. El tono de comedia nos aligera este escenario: “Hombre como el camino” es la narración de la esposa de un funcionario rural que, empeñada en aprender palabras elegantes e incorporarlas inmediatamente a su discurso, presencia el reclamo airado de unos campesinos que exigen a su esposo solución al problema del camino de terracería. El esposo, ante eso, tiene un mal humor tremendo y ella dos palabras que urgentemente estrena cuando alguien le pregunta sobre el estado anímico del marido: “—Está difícil, intransitable”.

La ciudad es otro escenario frecuente. Aparece como lo externo y el riesgo en “La calle, un Ave Fénix”; como el cemento que lo devora todo en “Sin moraleja” o, desde el sentido local, como la desnaturalización y petrificación de la vida en “Magueyito”.

Hay en este libro escenarios de la vida cotidiana convertida en narración de sucesos extraordinarios, textos cuyo tema central es por ejemplo la menstruación o una calle inundada por reparaciones de drenaje o en la mini-ficción de nombre “Cadáveres” donde se reflexiona sobre los múltiples animales que se encuentran muertos sobre la carretera, escena por todos conocida, sobre cómo nos hemos hecho indiferentes frente a este suceso y la posibilidad de que nuestra indiferencia siguiera inmutable si esa alfombra de cadáveres fuera de humanos. Destaca dentro de este escenario de lo cotidiano, la narración “Testigo” donde una mujer y un albañil conversan sobre los pormenores de un “arreglo casero”, frente al asombro del escritor que los observa. Ambos trazan imaginarios planos en el aire, elaboran dos etéreos proyectos, quitan y añaden elementos invisibles en ambos bocetos; cuando ella descubre la mirada de su esposo le dice: “—Tú, cómo lo ves mejor: ¿así o así?”, señalando los dos imaginarios esquemas.

Llama significativamente mi atención otro escenario, el de los animales y su mundo trastocado por el de los humanos. Estos textos parecen homenaje, continuación y diálogo con los Cuentos de la selva, de Quiroga. Héctor narra la relación tirante entre los antropoides y los otros animales.            

¿A dónde huirá el cocodrilo perseguido por cazadores, si hasta el río es una trampa? en “No apto para nadar” o en “Cervatillo”, donde vemos, a través del ojo del recién independizado e inexperto animal, el reflejo de la mira telescópica que le apunta. Pero no todo es trágico, otras narraciones son particularmente esperanzadoras y tiernas; por ejemplo, “Amor” nos cuenta como al enterrar al viejo apicultor, su hija escucha un zumbido estridente y descube a las abejas que han venido a darle el ultimo adiós a su amoroso cuidador o en “Canción”, que nos describe una casa con una alarma, que cada noche suena cri-cri-cri-cri, sin aparente explicación; hasta que descubrimos como un grillo enamorado es el invasor nocturno que busca a la hembra que emite esa rara melodía. El grillo enamorado dice el texto “…ha adaptado su normal canción de pausas (cri-cri, cri-cri) a una canción larga y monocorde, a una canción de amor a un timbre eléctrico”.

Está también el escenario de los sueños, ejemplo de ello es “Discurso onírico”, “Leer en sueños” y “Mundo fugaz”. Este último nos muestra que fuera de la habitación donde duerme una pareja, la ciudad se ha convertido en un espeso bosque, el coche es ahora un hermoso unicornio y sólo sobreviven a la conversión habitación, mujer y soñador.

Está el escenario de análisis de ciertos oficios. En tono de comedia aparecen parodiadas algunas posturas freudianas en “Estudiante de psicología”; sobre el oficio del escritor aparecen los poemas trocados en árboles que necesitan ser cuidados en “Escribir” o de manera poética en “Sobre la pintura” se nos cuenta que “pintar es una caricia, pintar es un acto de magia y pintar es un laberinto”; sobre el oficio de artista encontramos, en tono de drama, la tragedia del artista que se resigna a malvivir para poder serlo, en “Vida de artista”, y en “Pregunta necesaria” se nos presenta una artista posmoderna cuyo trabajo oscila entre el arte y la electricidad.

Hay los escenarios de relatos fantásticos habitados con brujas, unicornios, pegasos y objetos normalmente inanimados que en estas narraciones se convierten en protagonistas, como en “Desvelo” texto que inicia de la siguiente manera “En un rincón húmedo y oscuro, en una casa donde ella alguna vez fue muy importante hay una almohada que no puede dormir”. Un párrafo realmente provocador.

Encontramos otros escenarios diversos como los de contenido social, un discurso feminista oculto en “El destino de las muñecas”; referencias a canciones como en “El amante de la señora Rabit”, donde se descubre una reelaboración de la canción “De cartón piedra” de Serrat; a escritores como a Jaime Sabines en “Adiós y bienvenido a Yuria” o a Alfonso Reyes en “Sin moraleja”; leemos también la reelaboración de un pasaje bíblico, en “Paraíso eterno”, que propone lo que hubiera pasado si Eva no come la manzana o de teorías científicas, por ejemplo sobre el origen del mundo y la vida, en “El ratón filósofo”.

Como habrán notado, el tono de los textos se mueve, drásticamente y sin concesiones, del más profundo drama a la comedia irreverente, a la burla sarcástica. Esta obra llama la atención precisamente por sus marcados contrastes, por sus distintas facetas; encontramos en ocasiones textos brutales, violentos, oscuros y en otras, textos tiernos y cándidos como el “Correo navideño”.

Descubrimos también a Héctor Cortés Mandujano deambulando por sus narraciones: su infancia, su hogar, El Ciprés, el ombligo que lo ata a esa tierra primigenia; encontramos a sus amigos, su familia y su historia entretejida en distintas páginas, en desorden y a veces cifrada.

Gracias.

*Texto leído en la presentación de Set de thriller y otras 99 (Editorial Tifón, 2016), de Héctor Cortés Mandujano, en La Puerta Abierta, el 19 de mayo de 2016, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.


Daniel Ernesto Alfaro Cortés. Sociólogo y maestro en desarrollo rural, ha realizado una estancia de investigación y dos conversatoriosen la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina. Ha realizado una gira de intercambio académico en varios departamentos de Colombia y ha coordinado los Talleres teórico-prácticos de desarraigo y arraigo con enfoque psicosocial en Chiapas, que promoviera la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), de la que, además, ha sido consultor. Es coordinador del programa EDUCAMPO Chiapas de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural (Fundar A.C.). Como consultor independiente y como parte de la organización CUPA-SIJMINU A.C. ha participado como coordinador, facilitador y tallerista en proyectos rurales, productivos, organizativos y medioambientales.

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