Los poemas que conforman esta selección fueron tomados de los libros Cuando el cielo se derrumbe, Presencias, Caleidoscopio, Quedará el vacío, La niebla crece dentro del cuerpo y La luz es un efecto óptico.
Surgida de las nubes,
la luz se pasea por entre las cosas.
No las aprisiona. Les da la medida exacta
de la respiración y del incendio.
Hoy, por ejemplo, vi la mesa.
Sobre ella,
Williams Carlos Williams, es un libro
……………abierto.
En la pasión,
acumulo: Anaïs Nin, Sylvia Plath,
Pizarnik, Peri Rossi.
Entremezclar los colores del amor,
los colores que luego serán fragmentos
de una tierra prometida.
No seré más la víctima.
Inquebrantable, sostengo las lágrimas.
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El cielo refleja los sonidos.
Son pájaros,
repiten la luz del sol
—lago de infinitas superficies—.
¿Y qué es la cámara
si no el horror que desoculta
el rostro alucinado?
Un espejo
mucho antes
de abrir el libro.
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Mojar la punta del lápiz con el ámbar apretando bien fuerte, ámbar bien disuelto con esencia de trementina. Mi error ha sido despertar cada mañana y no ver la luz del océano. Veo la mordaza en la boca de mi madre, mis pies tropezando en inextinguibles piedras. Y ahí, en el centro del torrente, la fractura no cubre el color, sus toques supremos, muy líquidos.
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He dibujado funestas mañanas en conjunción con el mar y el cielo. Dentro de mí, la brecha de lo explorado, la desnudez bajo el destino del poema. Rehíce con cada palabra, con cada ausencia, el recinto de la infancia, de la vida y del amor. Es mucho reparar, es mucho reconstruir. Las olas y sus voces, desde el otro lado, me confunden.
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Visto a contraluz, el pez.
Se estremece, se estira
–murmullo de agua–.
Afuera
(los bañistas dejan sobre la playa
su estela de desmedidos cuerpos),
el cielo es un lienzo
de trazos,
misterios
de fina pulcritud.
Imposible acariciarlo.
Sólo el pez,
con su perfil de ave,
rompiéndolo.
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El glaucoma es un puñado de hormigas que cavan en lo previamente borrado, en el flujo de los taponamientos. En el sueño, dices, las cosas permanezcan intactas. Todas las cosas y las cicatrices que empiezan y no acaban. La vida es acumulación de cicatrices, como el glaucoma, acumulación de hormigas negras.
Drenar el ángulo del núcleo dañado,
acelerar la revelación de lo fugaz.
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Quedará el vacío
en la proximidad del día
y de la noche,
en el límite de las cosas
o en su centro.
En el cuerpo que nunca fue acariciado,
en el destello oscuro del glaucoma,
en los dientes que caen
como flores rojas,
el destello de ese vacío
que incluye
el todo de la vida.
Vacío plano, en círculos,
por encima
o por debajo
de lo inteligible.
Y cada vez,
en la boca amarilla del día
o en la noche ávida
caemos.
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DISCO ÓPTICO
Donde hay árboles
nombrar la comisura,
fi bras nerviosas
en forma de vaso.
A medida
que aumenta la presión,
los días se ahuecan,
los colores
comienzan a morir
y el frío,
el calor,
lo liso o lo rugoso.
Palpar
el nuevo
alfabeto.
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LÍQUIDO INTERIOR DEL OJO O LA ANIQUILACIÓN DE LOS PRIMEROS SÍNTOMAS
De aquí
en adelante
día tras día
la blancura
consumirá
el alrededor
de las luces brillantes.
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OFTALMOSCOPÍA
Dividir el ojo en secciones:
la retina,
el disco óptico,
la coroides,
los vasos sanguíneos.
En cada imagen,
pájaros de humo;
sobre paredes
de colores superpuestos,
olfatean, graznan,
fi eros
se arrebatan
la carroña.
O el refl ejo de la piedra
en el juego
de botar sobre el agua.
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Llenarse de colores oscuros, sajaduras, vendas y gasas. Hay, sobre los ojos de la mañana, una nueva resurrección, la posibilidad de otro juego, de otra prisión abierta día y noche. Pero no descorras la cortina. La esperanza más viva comienza entre las sábanas manchadas con sudor y sangre.
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LA FIEBRE TIENE EL OLOR a pájaro muerto. Es el olor de tu abuela cuando le fue imposible cerrar la boca; había llegado al jardín de los que parten. Mastica el cuerpo, acorta la distancia de lo que está inmóvil o temblando. La lectura del termómetro: 40,5 grados Celsius. ¿Tu mirada da vueltas o es el espejo que gira la mancha? Lo esencial de la muerte es ir cayendo al espacio vedado para los hijos, la familia. La fiebre tiene el olor a pájaro muerto. El cuerpo cae y choca como cualquier otro en el piso.
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INTRINCADAS HEBRAS PARA HABLAR DEL AMOR
1
La luz es lo que se pliega,
se retira o se acerca.
Pudiera ser una línea
—dotada de sensibilidad—
para añadir otra naturaleza,
otro ánimo.
Mira, aún en el horror y sus máscaras,
las cosas carecen de impacto.
Hablamos de la memoria,
se extiende hacia el centro.
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2
La luz se tensa, se abre.
En el impulso,
la respuesta es primeramente caos;
su resonancia,
el balanceo, la revelación.
Amor,
la casa es un huerto
y la quietud, el sol de la tarde.
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3
La luz
sobre las cosas
y el confín del mundo:
la simulación.
Lo que vemos, lo que nos pertenece,
lo que llamamos silla, mesa,
cuchillo afilado.
Una posible estrategia
de la atmósfera,
una posible
estrategia del ojo
—el cerebro despierta
otra revelación—,
sus habitaciones intrincadas.
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4
Bajo la luz, nada
permanece oculto.
En la religión, por ejemplo,
descubro libros vacíos,
pensamientos prófugos.
Dicen: «dios florece
en los escombros».
Pero no es dios
ni su oscuro
sacrificio devorándonos.
Dios
comienza
a entumecerse.
En el acto, es la luz:
una misma pulsión,
cuerpos hacia el mismo destino.
¿Quién entonces
camina sobre las aguas?
Dejémoslo así:
las cosas están en su sitio;
para unos
—y para otros—
el tiempo avanza o retrocede.
Amor, hablamos de cosas concretas.
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5
Y ¿si bajo la luz
los rostros no aparecieran?
La memoria encarna un filón,
una astilla
atrapada en su forma.
Si la memoria se deshace,
fijemos los límites,
la bóveda donde el tiempo
se rompe fácilmente.
¿Quién niega que la luz sea un indicio?
En el desorden se extiende;
es destello,
nueva conciencia.
Parece un juego,
pero el nuevo tacto,
se abre en senderos, se difunde.
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6
Para intentar volver a los colores,
se vaciaron las palabras.
La pasión
se volvió
herida quemante,
laberinto de paredes inmóviles.
Se cerró aquel periplo.
Tuvimos luna creciente,
noches tibias sobre los lienzos.
La vida
—aún de esperanzas desvaídas—
no se lanza al vacío.
El amor ha cerrado el círculo.
NADIA CONTRERAS (Quesería, Colima, 1976). Escritora, académica, tallerista y gestora cultural. Es fundadora y directora de Bitácora de vuelos ediciones, revista de literatura y sello editorial en formato físico y electrónico. Becaria del PECDA Coahuila, en la categoría Creadores con trayectoria, género Poesía (2016-2017; 2021-2022) y galardonada con diversos premios estatales y nacionales. En 2014 el Congreso del estado de Colima le otorgó la presea Griselda Álvarez Ponce de León por su trayectoria en la literatura. Su obra ha sido traducida al inglés, portugués e italiano. Escribe para diferentes medios nacionales y extranjeros. Sus libros más recientes en el género de poesía son: La niebla crece dentro del cuerpo y La luz es un efecto óptico. Antología de poemas (2003-2022). Es Coordinadora de Literatura del Instituto Municipal de Cultura y Educación Torreón.
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Lilitt Tagle
noviembre 2, 2022Nadia Contreras se perfila como una de las mejores plumas del Norte de México de nuestro tiempo. La temática que aborda en estos poemas, hablan de su preparación y de su sensibilidad. Enhorabuena por esta muestra que nos regalan.