Poesía,

Cinco poemas de Hedy Habra

Hedy_B

Escritora y poeta de origen libanés nacida en Egipto. Se doctoró en literatura hispanoamericana por la Western Michigan University, donde dicta cursos de literatura. Ha escrito un libro de crítica sobre la novelística vargasllosiana, Mundos alternos y artísticos en Vargas Llosa (Iberoamericana 2012). Es autora de dos poemarios, Tea in Heliopolis, ganador del 2014 USA Best Book Award y finalista del International Poetry Book Award, y Under Brushstrokes, finalista del USA Best Book Award y del International Poetry Book Award. Su libro de cuentos, Flying Carpets, fue finalista del 2014 Eric Hoffer Book Award y del USA Best Book Award, habiendo recibido Mención Honorable del Arab American National Book Award el año anterior. Ha sido ganadora del premio de poesía Nazim Hikmet y del premio Victoria Urbano de poesía y cuentos. Sus poemas en inglés y en español han aparecido en numerosas revistas, entre otras, Cimarron Review, Poet Lore,Gargoyle, Nimrod,Alba de América, Letras Femeninas, Explicación de Textos Literarios. Linden Lane Magazine, y Verse Daily. Su página web es Hedy Habra.

POEMAS


Jacaranda

Voy a construir una ventana en medio
de la calle para no sentirme solo.
Miguel Ángel Zapata

El poeta quiere construir una ventana en medio de la calle para no sentirse solo.
Yo también quiero construir una ventana en plena calle, plantar un jacaranda, y despertar con el trino de los pájaros que anidan en sus ramas. Tomaré mi café matutino sentada en el suelo tapizado de los pétalos purpúreos de mi infancia, y cada noche, sentiré las ramas estremecerse con el paso de la lejana brisa que sopla en Beirut a lo largo del malecón y que llega cargada de salpicaduras con perfume de recuerdos a través de las persianas entreabiertas. La noche se teje de murmullos de alas.

Ruidos en el desván

Un aleteo de alas envueltas en velos de gasa rutilante baila alrededor de tablas rotas, herida abierta en el piso de madera cubierto de plumón esparcido; las cartas de amor arrastradas por el viento caen en medio de pedazos de fotos rotas. Un suspiro rompe el ritmo de los pasos pesados; un árbol es arrancado, sus raíces sangran, sus venas vacían las raíces de mi corazón que tiembla, gorrión asustado en la palma de una mano. Luna hambrienta, no me atraigas hacia tu enloquecido círculo. ¿No ves que este vacío en mi pecho ya no marca el compás?

El canario y la máscara emplumada

Cuántos pájaros derramaron su sangre para que nacieras, mezcla horrenda de tocado azteca incrustado de oro veneciano, a menudo cómplice de Dios sabe cuántos designios infames ocultos bajo rasgos retorcidos. Ahora yaces vacío, inútil, en este estante abandonado, mientras te miro con desprecio, mero simulacro de plumas inertes. ¿Podrías acaso extender tus alas, volar, desdoblarte e hincharte mientras aleteas y hacer trinos a tu antojo? Toda esta sangre derramada, ofrecida a la lumbre hambrienta para dar forma a tu semblante, para afilar la punta del cincel cortante en este rostro petrificado. No cantaré para ti.

Tan sólo se baila el tango en pareja

a canción de Europa

Es que no lo han entendido del todo: nadie escuchó mi punto de vista. Nunca le tuve miedo a su cercanía: lo invité a moverse al ritmo de una música fluida que más adelante se conoció como el tango, haciéndole frente, guié sus pasos, su peso reclinado sobre mi cuerpo arqueado, mi mano, un puño de hierro en un guante de terciopelo.
Déjenme cerrar los ojos para revivir cada instante, sí, ahora vuelvo a sentir los pies mojados en el azul tibio de Sidon, tan tibio como su aliento, y sí, le puse una guirnalda de flores alrededor del cuello, sí, y le susurré promesas al oído para que me llevara hasta las lejanas orillas que ahora llevan mi nombre, sí, y no se olviden de que no era blanco como el oscuro objeto del deseo de Pasífae.

Nocturno

Cada noche, mientras todos los pasajeros están dormidos, me quedo desvelado, reclinado sobre mi escritorio hasta que resuene desde la cabina de al lado la voz de la mujer que arrulla a su hijo. Atento a los altibajos de su melodía, mi lápiz recorre la página de manera sinuosa, hace eco a su tarareo, conjurando los cuentos que le contará al niño cuando crezca pero que lo mecen ahora a modo de partitura vacía llena de palabras inaudibles como notas trazadas con tinta invisible, tan sólo percibidas por mí que las estoy anotando fielmente, noche tras noche, ensartando palabras y ondas sonoras como si tejiera un collar en un idioma desconocido que ahogara los llantos y los temores nocturnos a través de arrecifes llenos de coral y de pez mariposa, cuyos labios carnosos despiden la tristeza con un beso, la añoranza del hogar que quedó atrás y las penas por venir.

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