(Santo Domingo, 1968). Desde 1985 vive en EE. UU., donde terminó estudios secundarios, licenciatura y maestría en lengua y literatura castellanas. Ha publicado: Pequeños poemas diurnos, (poemas, 1992 y 2005); Amor de ciudad grande (poemas, 2006); Reminiscencias (cuentos, Santo Domingo, 2007); Allá (diario del transtierro) (poemas, 2012; e-book2013); De la emigración al transtierro (ensayo, 2015); Como el agua (colección de Haikus) (poemas-haiku-, 2016); Ínfimas apreciaciones literarias (ensayo, 2016). Incluido en: Viajeros del rocío 25 narradores dominicanos de la diáspora (Antología, 2008); Nostalgias de Arena escritores de las comunidades dominicanas en EE.UU.(Antología, 2011); Shortstop microrrelatos de béisbol dominicano (Antología, 2014); The Americas Poetry Festival of New York 2014 (antología multilingüe, 2014);The Americas Poetry Festival of New York 2016 (antología multilingüe, 2016). Premio Letras de Ultramar 2006 (cuento); Premio Letras de Ultramar 2015 (ensayo); Primer LugarXIX Concurso de Cuentos Radio Santa María, 2012; Segundo Lugar, 2014 y Mención de Honor2015, Premio de Cuento Juan Bosch.
POEMAS
Deshago versos completos (a menudo)
quedo deshecho,
reatino y los creo, los entretengo,
quiero escribirlos (condenarlos al papel)
y los pierdo; me abandonan,
Los busco por días, me palpan,
pasan de largo y se burlan.
Recurro a la imagen; trazo líneas
entre carbón y borrones (figuro)
espero al acecho la llegada del verso,
llegan: (la atrapada)
los condeno perpetuos.
Busco y te busco por las líneas telefónicas,
por las ondas cibernéticas,
por los espacios, las distancias,
desde Manhattan, por las avenidas,
en Brooklyn, por el tiempo,
entre los recónditos espejismos de mis ensueños te busco.
Te busco porque si no te encuentro,
no tiene sentido el espacio ni el tiempo
y respirar sería simplemente una manera de gastar la vida.
Nos cayó un
aguacero,
sinfonía de gotas en
el techo,
desahogo y despejo.
Falta que nos hacía;
lo sé por lo bien que lo
recibimos.
También lo sé
porque noté
que cada gota mostró
su empeño
en venir a acompañar
a las otras,
en caer con las demás
al justo tiempo,
en sonar perfectamente
sobre el techo
y luego,
confundirse con las ya caídas,
y esperar:
esperar a las demás
y deslizarse juntas hasta el suelo.
Qué bien nos cayó
la lluvia,
como si todo lo que
necesitásemos
fuera un aguacero.
Insomnio (para Maya)
La necesidad inmensa que me invade irrumpe
en la desolación del descanso,
pierdo el sueño.
Busco desesperadamente el idioma inerte, la palabra precisa,
el poema monumental, el conducto perfecto,
la palabra que pueda establecer el puente
que me lleve a compartir el poema por excelencia
que sirva de constante
y siempre al compás de una existencia.
Existencia que respira vital y cercana
que me resuena y baila en las palabras
de una poesía rápida, fluida, trenenal (de tren)
que consta y hace constar su momento,
que vuela y viene tocando las puntas de sus alas en espumas gaviotales,
en orillas de horizontes, entre árboles que pasan
y aguas que destellan precipitosas y recogen la gracia
que me atrae a una existencia,
a un lenguaje poético, a versos de instantes,
a sonoras palabras que fluyen de labios
que besan el tiempo, que soplan espíritus,
que invaden el verso; es y son y resuenan
como recital de versos que me crean la inmensa necesidad de buscar
el idioma que contenga
las palabras del poema con los versos de monumental constancia
que provean el puente que me recobre el sueño
a la hora del descanso.
Amenazas para aroma de mango banilejo
Un hombre (mañana de lunes, temprano)
entra a un vagón del subway,
amenazado por tropel humano, se sienta.
Su codo amenaza al bulto de cuero
(en él carga papeles y diario).
El bulto se ve amenazado por codo
y rodillas, se encoje, trata de no estorbar.
El bulto amenaza a un mango banilejo.
El mango banilejo se achata, busca no aperrucharse.
El hombre, casi al término de su trayecto, abre la solapa del bulto
y mete dentro el grueso libro de poemas
que le alivia las mañanas de estos días
El libro de unos sonidos (todos poetas peruanos).
De inmediato el mango se ve amenazado
del libro; no pudiendo más, se defiende
aperruchándose.
Sin saberlo, el hombre,
mete la mano en el bulto para sacar la chequera
(que cree allí llevar) y así aliviar de amenazas
al mango, al libro, al diario,
a sus papeles.
¡Es demasiado tarde ya!
El hombre siente la herida del mango,
todo aperruchado; viscosidad.
Pulpa de mango en el libro,
jugo de mango en el diario,
en los papeles, en el fondo del bulto (de cuero).
El hombre saca de su bolsillo trasero
un pañuelo.
El pañuelo, que hasta ahora sólo tenía a su enemigo mayor: mocos,
se ve amenazado por pulpa de mango banilejo,
y jugo de mango banilejo; (limpia).
Después de todas estas amenazas;
sólo el aroma del mango banilejo nos apacigua,
nos reconforta:
al hombre, al codo, al bulto de cuero,
al diario, a los papeles, al libro de unos sonidos.
Aroma de mango banilejo.