Poesía, Reseñas,

Las pequeñas historias, de Christian Peña

short_stories

Con Short stories Christian Peña obtuvo el Premio Nacional de Poesía Juan Eulogio Guerra Aguiluz, en su primera edición en 2019, convocado por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Este libro de poemas se sitúa en algún punto, inusitado y poco recurrido en la poesía mexicana, entre Algo sobre la muerte del mayor Sabines de Jaime Sabines, El retorno de Electra de Enriqueta Ochoa, y más recientemente, La destrucción del padre de Esther M. García. La figura del padre visitada desde el amor filial, la memoria de aquellos momentos definitivos en la infancia y la imagen no retocada con el filtro de la idealización, sino poetizada con bondad y aceptación de la no perfección paterna, son algunos de los hallazgos de estos poemas con un marcado aliento narrativo, inscritos en la tradición de los short stories o relatos norteamericanos del más puro estilo de Raymond Carver o John Cheever.

Dividido en cuatro secciones, El tránsito de Venus, Heredad, Lengua y AA, este libro nos recuerda que también la poesía es esto: la mirada sosegada sobre la cotidianidad; todo lo que pasa mientras vemos caer inevitablemente, el hacha sobre el árbol; la emoción contenida, justo antes de arder; y que ningún tema está agotado porque la poesía es nueva cada vez que pasa por el tragaluz de la experiencia individual. 

Beatriz Pérez Pereda


Short stories, Christian Peña

VALS

Mi hijo despierta
llorando en madrugada.
Tiene tres años y el llanto
más fuerte que conozco.

Lo tomo entre mis brazos
y lo meso de pie,
yendo de un lado a otro
en el cuarto a oscuras.

De pronto me doy cuenta:
no bailaré con él
cuando cumpla quince años
o el día de su boda,
sino sólo como ahora
con su cabeza en mi hombro
y lágrimas en la pijama.

Sólo nos queda ir
y venir hasta calmarnos,
aprender esa música
que viene de ninguna parte
a metérsenos en la cabeza.
Nos queda ir y venir
mientras el mundo duerme,
y empiezo a comprender
lo que se siente un dolor
que, aunque no siento, es mío
y que me quita el sueño.

Sólo nos queda el baile:
un vals entre dos hombres
que apenas se conocen.

.

THE FAIRY FELLER’S MASTER STROKE

Mi padre y yo jamás derribamos un árbol.
Me enseñó a sostener un hacha,
pero nunca me dijo cómo se tira un árbol.

(Es la noche del 28 de agosto de 1843;
Richard Dadd y su padre caminan por Cobham Park,
Richard mira los olmos
como si Dios le hablara a través de ellos.)

Mi padre solía reclamarme:
«¡qué demonios tienes en la cabeza!»
La respuesta es sencilla: tengo un bosque
y hablar sobre mi padre
es entrar a ese bosque para nunca salir.

(El verano en Cobham Park
hace brotar el sudor en la frente de Dadd
mientras contempla el cadáver de su padre.)

Mi padre me reprochaba:
«¡si pudiera saber qué estás pensando!»
Suelo hablar de mi padre como si hubiera muerto.
Mi padre y el cigarro;
su tumor prometido en la garganta
es el ruido de un hacha dentro de mi cabeza.

(Richard Dadd terminó de pintar su obra maestra,
recluido en el Hospital de Bethlem,
veintiún años después de matar a su padre.
El cuadro: una corte de hadas que espera
la caída del hacha del leñador.)

Hablar sobre mi padre es esperar su muerte;
nada me asusta más
y de nada me siento así de responsable.
Mi padre nunca me contó cuentos de hadas
antes de irme a dormir.
Apostaría a que el padre de Dadd sí lo hizo.

(Dios es un hacha a la mitad del rostro.)

Cuando mi padre muera, Dios y yo,
el bosque y el hacha
dejaremos caer sobre su cráneo
la palabra final, el golpe maestro.
Cuando muera mi padre,
volverá a levantarme entre sus brazos
como cuando fui un niño sobre un olmo.

¿Qué tengo en la cabeza?, ¿en qué demonios pienso?
La respuesta es sencilla:
llevo años esperando, con el miedo más hondo,
a que ese árbol se caiga.

.

HEREDAD

La tos de mi hijo
me recordó a la de mi padre.

Mi padre fumaba
y tosía todas las noches
Su boca era un tumor; el humo,
un lenguaje entre hombres
que no aprendieron nunca
a hablar entre ellos.

La tos de mi hijo
me hizo salir de la cama
y al llegar a su cuarto
recordé que no había
pasado la noche en casa.

Adormilado, fui a la cocina
por un vaso de agua,
le di un sorbo, carraspeé…,
fue entonces cuando la tos
me despertó de nuevo.

.

PENSIÓN

Mi padre se pensionó
hace algunos meses
y decidió
dejarse crecer el bigote.

Desde que no trabaja,
me pregunto si yo también
debo dejar
de escribir sobre él.

Al final, es un hombre
bueno y justo. Y, quizás,
su único maltrato
fue nunca hablarme
de su pasado.

Hoy, mi padre,
con un gesto
que hasta ahora
no le conocía,
se reclina
en el sofá de mi casa
y me pregunta
cómo me va en el trabajo
mientras se toca
el bigote
con la yema de los dedos.

Y aunque
no debería analizarlo,
siento algo de reclamo
mas que curiosidad
en sus palabras,
algo que otra vez
tampoco me dice
en ese nuevo gesto.

.

VACA

Yo no escribo poemas para niños.
Los poemas no se escriben para nadie.

Pero ayer en la noche, antes de ir a la cama,
mi hijo me contó la historia de una vaca
que miraba la luna todo el tiempo.

No comprendí la historia.
Hay veces que tampoco comprendo
de dónde salen los poemas.

Los poemas que, por cierto, sólo se escriben
y, por más que se niegue,
tampoco los entiende nadie.


Christian Peña (Ciudad de México, 1985). Su obra ha merecido el Premio Iberoamericano de Poesía Bellas Artes Carlos Pellicer para Obra Publicada, el Premio Nacional Literatura (Poesía) Juan Eulogio Guerra Aguiluz, el Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano, el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen, el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta, el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa, el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde, el Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura, el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal, el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo y el Premio Nacional de Poesía Jaime Reyes. Fue Becario de la Fundación para las Letras Mexicanas y del FONCA en el programa Jóvenes Creadores. Autor de múltiples libros de poesía. Su obra ha sido traducida al inglés y francés. Ha publicado poemas y ensayos en diversas revistas del país.

(Tabasco, 1983). Poeta, ha recibido el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo en 2015; los Juegos Florales Nacionales de la Ciudad de Toluca 2013 y Premio Tabasco de Poesía José Carlos Becerra 2009 entre otros. Tiene publicado los poemarios: Teoría sobre las aves, Libros Invisibles-CECAN 2018; Un hermoso animal es la tristeza, Laberinto Ediciones-UJAT 2016; Los sueños del agua, Instituto de Cultura de Toluca 2013 y Álbum Personal, UJAT 2013.

Opina