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Julio César Toledo

Columnas, Necrológicas literarias,

Tengo cosas tuyas

Tengo una pistola 9 mm guardada debajo de mi cama: me la diste afuera del metro insurgentes porque te el gustaba peligro, te gustaba creer que estar vivo no era solamente transitar por el mundo sino retarlo, provocar e incomodar porque ahí hallabas el sentido de tanta desolación. Me diste esa pistola el día que me dijiste que ya sabías cuándo te ibas a matar. Voy a hacer un viaje a África –dijiste– solo para recrear ese verso de Girondo: Llorar a lágrima viva, cruzar El África llorando…y luego me voy a dar un tiro.

Narrativa,

Dos filos

Imagínate que de pronto, sin presentirlo, ¡pum!, tu vida cambia y todo en lo que creías se cae a pedacitos, como un jarrón atravesado por una bala perdida. No exagero, eso exactamente me pasó el 2 de octubre.
Días antes, mis amigos de la prepa y yo habíamos estado enterándonos del movimiento, preguntado con compañeros y profesores de qué trataba bien ese asunto, pues sólo sabíamos lo que la mayoría, lo que estaba en el aire. Cada vez nos convencimos más de que era importante y que no nos podíamos quedar cruzados de brazos. Por eso el dos de octubre me desperté temprano y me alisté.

Columnas, Necrológicas literarias,

2×1 en el morir

El humo de un cigarro largo y mentolado envuelve el rostro de esa  “Mujer inconveniente “. Es Thelma Nava que con su voz de fumadora me habla de los poemas que leí. Va de la calidez del trato al -casi- regaño, enérgico y concreto, por algún aspecto formal del que no di cuenta, u omití. Y luego vuelve a la ternura, y pregunta por mí, por mi familia. Raquel me abraza y me susurra: ella no está tan bien. Estábamos en Minería. No me acuerdo el año, fue la última vez que las vi juntas, y la última que abracé a Thelma.

Columnas, Necrológicas literarias,

Violeta: el color de la nostalgia en los ojos de Samperio

Tras una borrachera de mil sitios, de madrugada, mi primo Julián y yo caminábamos en la colonia Del Valle. Yo era un recién llegado; Julián, un músico en busca de sus primeras grandes oportunidades (quién iba a pensar que tocaría la batería, años después, en uno de los programas más famosos de la tele, luego sería reemplazado por un fantoche apodado Rudi, que aguantó la denigración del conductor). Vamos a casa de mi tío, vive aquí cerca –dijo–. A mí me daba pena molestar a un viejo a esas horas nomás por

Columnas, Necrológicas literarias,

Réquiem para una coincidencia

La vida es una cadena de azares que te llevan a lugares insospechados, lugares hermosos (algunos) y otros aterradores.

Una novia que no va al teatro y tú, necio de vocación, te vas solo; sales de la función molesto por la pavada que viste, vociferando, y ahí, justo a tu lado, te planta una enorme palmada don Vicente Leñero, y te dice: te invito un café y me cuentas de tu enojo. Tú te cagas, quieres conocerlo en otras